Iván Carvajal: la Universidad y la reforma autoritaria

Iván Carvajal: la Universidad y la reforma autoritaria
Frente al modelo de la autonomía universitaria, necesario para la construcción de la soberanía del Estado nacional, se impone el modelo de la universidad neoliberal, desarrollista y tecnocrática. Se lo hace a través del acoso burocrático, de la introyección sistemática y cotidiana del miedo para tener una universidad sin pensamiento crítico, sometida al autoritarismo para beneficio del conocimiento apropiado y administrado por las grandes corporaciones trasnacionales. Tal es la tesis de este libro «Universidad, sentido y crítica», de Iván Carvajal. Una entrevista.
REDACCIÓN PLAN V 07 de noviembre del 2016

Iván Carvajal

Poeta, ensayista, crítico literario, académico y filósofo. Su obra cubre una amplia gama de intereses, sostenidos por la reflexión ética.

Este libro surgió como una respuesta al malestar que ensombreció el final de mi vida universitaria, confiesa Iván Carvajal, poeta y filósofo, académico y editor. En el prólogo de su libro Universidad, sentido y crítica, él sostiene que para muchos profesores universitarios, los cinco últimos años han sido especialmente sombríos debido al permanente acoso del que han sido víctimas bajo pretexto de la «calidad académica». Un acoso burocrático. Esa es una parte de cómo Carvajal describe la reforma universitaria impuesta por la revolución ciudadana. La otra parte fundamental es la política, «la cual tiene que ver con el autoritarismo»: el sometimiento se genera a través de la inhibición que produce el miedo, a través de las respuestas automáticas que se dan frente a las amenazas. En este ensayo de 290 páginas, Carvajal hace una dramática como rigurosa reflexión sobre la universidad ecuatoriana hoy. ¿Cuáles son sus proyecciones y destino?  En una entrevista con PLAN V, el autor expone su pensamiento al respecto:

Es decir, este libro es una respuesta…

Y es una indagación también sobre la universidad, las posibilidades de la universidad, y dentro de la vida universitaria la democracia, los principios. Es una respuesta a lo que constituye la política de este gobierno en el campo de la educación superior.

Donde se plantea una tesis y es que la reforma universitaria del correísmo está basada en una concepción tecnocrática, desarrollista y neoliberal del conocimiento.

Y eso lo contrasto con los planteamientos de hace 50 años, con las reformas, porque ahora se acostumbra a hablar de la primera reforma a la autonomía universitaria, cogobierno y libertad de cátedra. La segunda reforma representa la diversificación y la masificación de las instituciones y la tercera reforma es la que está en curso desde los 90 como es la mejora de la calidad. Y a mi modo de ver esta se inscribe en la ideología neoliberal y autoritaria.

Portada del ensayo de Iván Carvajal sobre la universidad ecuatoriana y mundial.

¿Por qué el gobierno de Correa optó por esta última, cuando la lógica y la coherencia hubiera dicho que profundizara una reforma de otro tipo?

Cualquiera que sea la posición de los gobiernos, sea por el lado de una vía de apertura del mercado educativo o de la concentración autoritaria, se responde a una dinámica neoliberal a escala mundial. Un tipo de formación universitaria, que está anclada en los intereses de las grandes corporaciones, que es la ideología dominante. En esa vía se necesita asegurar lo que se ha denominado la calidad, buscando sobre todo la eficiencia y la eficacia. El término pertinencia, que está en la Constitución de la República, respecto a la educación superior, y que parece anodino, es parte del problema. ¿Pertinente para qué? ¿Quién decide qué es y que no es pertinente? El momento que pones a la pertinencia como un problema vinculado a la educación superior, tienes que definir esa pertinencia. Dentro del interés de la construcción del poder político en América Latina, era pertinente, esta vez sí, que la educación superior, la universidad respondiera a esos intereses.

Después de la reforma universitaria de Córdoba, Argentina, era pertinente que la universidad respondiera al interés de la cultura nacional; la última fase en la que se completaba la formación de los estados nacionales en América Latina, con todas las dificultades que podían tener esos Estados. Luego tienes un proceso caótico en América Latina, que es el de la masificación y la diversificación. Aquí aparecen muchos tipos de instituciones, politécnicas, carreras técnicas, nuevas carreras y hay más universidades privadas y expansión geográfica, crece la participación de las mujeres en el estudiantado y cierta paridad en la docencia, aunque no tanto en la dirección. Pero este momento llega a su tope, porque tiene que responder a las necesidades de un mercado mundial. Y ahí tienes dos posibilidades de entender la pertinencia. Podría ser, ¿por qué una escuela superior, una universidad pequeña tendría que ser pertinente con las necesidades de las grandes corporaciones? Su pertinencia tenía que ser con su medio social inmediato. Pero si pones a Yachay como modelo, la pertinencia son las corporaciones. Porque lo que están diciendo es: nosotros necesitamos un pequeño MIT cerca de Ibarra, que esté en relación con la empresas y que estas vengan acá porque vamos a producir tecnología de punta, lo cual es una mera ilusión. Pero, detrás de esto hay un problema mucho más profundo, que es la crisis mundial de la institución universitaria.

¿En qué consiste esta crisis?

Esta crisis está vinculada al hecho de que ya las universidades no tienen clara cuál es su función en la sociedad. La respuesta que se exige a esta pregunta es la del mercado, pero las universidades ante todo han sido formadoras de cultura, de valores, de democracia. Ese es el punto de debate.

Se ha impuesto la idea de que el conocimiento es el que sirve inmediatamente para un fin tecnológico. Que es utilizable por una corporación. Pero frente a eso está el conocimiento que tendría que ser pertinente con el desarrollo de la condición humana.

¿También se debería responder a la pregunta de qué se entiende ahora por conocimiento?

Se ha impuesto la idea de que el conocimiento es el que sirve inmediatamente para un fin tecnológico. Que es utilizable por una corporación. Pero frente a eso está el conocimiento que tendría que ser pertinente con el desarrollo de la condición humana. Ahí hay un problema de fondo: qué tipo de estructura se requiere, con la circunstancia de que los parámetros de la educación superior han cambiado por completo. Ya no se puede entenderla en el parámetros del Estado nacional, ya no en el parámetro de la soberanía. Fíjense que todas las decisiones que se han tomado sobre educación superior en este gobierno, se lo hace en nombre de la soberanía nacional. Pero lo que hace es subordinarse a las corporaciones. Lo que quieren en Yachay es corporaciones que les compren conocimiento. Otro problema complejo es el que tiene que ver con cómo se maneja la información, en bases de datos que circulan vertiginosamente por el mundo, todos nos comunicamos conectados a la internet, los recursos electrónicos son cada vez más poderosos; entonces, el punto que se plantea es: bien, qué puede ser una universidad hoy. El viejo concepto del aula, del claustro universitario, ya no puede funcionar en este momento.

Incluso el concepto del claustro docente, al papel del maestro; un estudiante tiene un acceso ilimitado al conocimiento…

Por decir algo: qué sentido tiene preguntar a un estudiante que responda verdadero o falso, y ese es el disparate que se les ocurrió para evaluar las carreras universitarias, responder con un examen llamado objetivo: verdadero, falso u opción. ¿Qué sentido tiene eso ahora, si lo que se pregunta es a su memoria, una memoria donde debiera tener millones de datos, cuando todos los datos que requieres los tienes en tu teléfono celular?

¿Entonces qué estamos evaluando?

Eso pasa cuando vas a una universidad y le preguntas al profesor, como me ha pasado, sobre qué me está evaluando. ¿Qué senido que los estudiantes vayan a las aulas, a las clases? ¿Qué sentido tiene que los profesores estén cuarenta horas en la universidad, cuando su trabajo es de su mente, que está actuando permanentemente en relación con sus conocimientos? La función histórica de la universidad, que da sentido a la cultura nacional, luego la formación de los profesionales, luego la investigación científica tal como la planteaba Ortega y Gasset, se vuelve compleja, tanto porque ya no tenemos una cultura nacional; es un absurdo ahora, tenemos formas culturales complejas, diversas y todos participamos de muchos componentes culturales que no tienen límites nacionales geográficos. La relación de la formación de los profesionales es un problema abierto, de aprendizajes múltiples a lo largo de toda la vida. Todos tenemos la experiencia de volver a aprehender cosas que no conocíamos, incluso aprender a manejar aparatos. Y sobre la investigación científica debemos preguntarnos, en relación con qué.  Entonces, el ámbito de la educación superior ha cambiado significativamente. Y es donde debemos plantearnos los problemas en relación a lo que se ha hecho en el país en este periodo.

¿El punto es, luego, cómo aterriza todo ese debate acá y qué están planteando las políticas públicas en cuanto a la educación superior?

Habría que ver en detalle las imposiciones del CES, del Ceaces y de la Senescyt, para intruducir en las universidades una serie de medidas, bajo el supuesto del control de la calidad, que son francamente estúpidas, absurdas y sin sentido.

Es decir: bueno, nosotros tenemos que dar respuestas a un supuesto mercado del conocimiento, que no existe en el país. Entonces nuestro modelo va a ser Yachay, lo cual es absurdo, porque se gastan una millonada para un supuesto lugar de intercambio de una supuesta universidad de primer nivel, que no tiene sino estudiantes de pregrado, en un país que requería otra cosa. Coartando el proceso de desarrollo de las universidades, el desarrollo de sus investigaciones y con una serie de medidas -porque habría que ver en detalle las imposiciones del CES, del Ceaces y de la Senescyt, para introducir en las universidades una serie de medidas- bajo el supuesto del control de la calidad, que son francamente estúpidas, absurdas y sin sentido. Los profesores se pasan horas enteras llenando formularios; horas haciendo los formatos que cada cierto tiempo cambian unos y otros respecto a cómo organizar el currículum, horas enteras para organizar la bibliografía, pensando qué se debe pedir a la biblioteca que esté en papel -cuando mucho de eso está en las redes- porque si no, no te califican; haces un seminario y lo primero que hay que estar preocupado es que alguien tome las fotos, sin importar el conocimiento. Y la cantidad de papeles que se van formalizando durante años. ¿Qué sentido tiene todo esto? Nada tiene que ver con la vida académica. Toda una serie de medidas burocráticas, encaminadas a perturbar el trabajo universitario.

¿Para qué todo esto, para qué esta perturbación e híper burocratización?

Lo curioso es que esto no es solo en el Ecuador.  Es la universidad del mundo neoliberal contemporáneo, en todas partes. Del mundo entero. Un mundo que te obliga a publicar en revistas indexadas, no importa lo que publiques, porque el conocimiento debe publicarse, pero cuando es un requisito formal que tienes que publicar tantos artículos para mantener la categoría o subir, entonces vas creando redes de publicación que, dependiendo de las disciplinas científicas, y en el caso de las ciencias humanas, por ejemplo, puede llegar a ser puro reciclaje de lo mismo y lo mismo. Entonces integras al amigo en la lista de autores y este a la vez te integra a otro. Eso es lo que se ha impuesto. Se ha coartado el proceso de desarrollo armónico de las universidades.

Para imponer un modelo, se pone como norte Yachay y las universidades creadas pero a la par disminuyó el papel de las otras universidades, ¿eso ha pasado?

Eso ha pasado. Canalizas recursos a una universidad dirigida por extranjeros y por gente que nada ha hecho. Y desarmas a las otras universidades. Pero es peor, ese es un mecanismo que ha implicado una enorme subordinación del ámbito universitario al poder. Se genera, por una parte, el miedo al incumplimiento, porque si no cumples está la amenaza siempre de bajar de categoría, de que le pueden quitar los recursos o perseguir el SRI. Eso se traslada a una situación interna, en la cual las autoridades universitarias actuan temerosas del poder, subordinadas en negociaciones para que les dejen tranquilas y cumpliendo, sin protestar, imposiciones de un burócrata que nunca ha sido profesor universitario y menos investigador. Tienes que, a la vez que los universitarios se someten a una disciplina burocrática, eso se traslada a los estudiantes en la relación maestro-estudiante, porque ya no están preocupados del saber, del conocimiento, sino de cumplir las formalidades. Qué fin tiene todo eso: la introyección del autoritarismo en la vida universitaria. Destruir una función básica e histórica de la universidad, que es la crítica, que es la formación para la democracia.

En esta visión tecnocrática de las universidades, las ciencias sociales giran hacia un conocimiento tecnocrático, ligado a la estructura del poder. Abandonan el elemento crítico que las caracterizó en su formación y desarrollo, se vuelven estadística, cálculo, adoptan el lenguaje matemático, que no debe dejar de ser instrumento de trabajo, pero si eso se vuelve un todo, una medida, se acabó la crítica. El embate es poderoso con respecto a las humanidades. Ese embate recién empieza acá, pero en otras partes está muy avanzado. Comienza porque en realidad hubo una pérdida en la formación de las humanidades. La Universidad Central del Ecuador recién intenta formar una facultad de humanidades; los estudios de filosofía son limitados; ¿dónde se estudia Historia para formarse como historiador, no como profesor de secundaria? Hay una escuela diminuta en la Católica. Es un problema universal. Se suprimen los estudios de filosofía, de historia, de teología incluso.

¿Todo esto tiene el afán de suspender la crítica?

Esa es la gran inquietud en el mundo, y debiera ser nuestra inquietud: hacia dónde van las universidades, si su función clásica ha sido obscurecida, cuando vemos que se desarma la criticidad. Y esa pregunta también significa hacia dónde van a ir las sociedades. Hay quien sostiene que este rato las universidades son obsoletas, porque bastarían unas pocas universidades de marca que ofrezcan por internet cursos de aprendizaje de tal o cual técnica para la actividad productiva y de las comunicaciones. Pero significa borrar el debate fundamental sobre la vida cultural, social, sobre la vida.

También eso aterriza en saber cómo modelizas las carreras. Recuerdo que para estudiar Medicina o Ingeniería en la Universidad Central tenías que estudiar Problemas del Mundo Contemporáneo, que eran clases de marxismo leninismo básicamente y de la imposición de una doctrina política.

Esa es la gran inquietud en el mundo, y debiera ser nuestra inquietud: hacia dónde van las universidades, si su función clásica ha sido obscurecida, cuando vemos que se desarma la criticidad.

Es un punto muy importante. Es la pretensión de las universidades de los Estados autoritarios, que fue copiada acá con la segunda reforma universitaria en las universidades públicas, de manera absurda. Fue cuando se impuso el estudio del materialismo dialéctico e histórico bajo la forma de metodología de la ciencias con cualquier otra cosa. Y veías tesis de alumnos de Arquitectura que se graduaban con cincuenta páginas de marxismo leninismo, inútiles para hacer el proyecto arquitectónico de un hotel. Este fue uno de los aspectos negativos del intento de reforma. Donde pongas cualquier tipo de estructura dogmática de pensamiento como base de la interpretación del mundo, estás imponiendo formas totalitarias, y, además, qué tiene que ver con la formación de la vida de un médico el aprender un disparate sobre los modos de producción de Martha Harnecker, que tampoco significa algo para la formación política de los seres humanos en un sentido crítico. Y lo mismo es si hoy te dan como doctrina el buen vivir, no cambia nada. O si te ponían, en el pasado, la doctrina cristiana. Donde te pongan una doctrina como la única forma de explicarse el mundo, empiezan formas de imposición autoritaria y totalitaria, que curiosamente siempre fracasan. ¿Por qué? Porque el pensamiento tiene una potencia que pone bajo examen siempre esos supuestos dogmáticos.

Hay una filósofa estadounidense, Martha Nussbaum, que dice que hay dos grandes problemas este momento: el calentamiento global y la democracia. Si te pones a ver el mundo este rato miras que diez años acá la señora Merkel y Clinton son los personajes más democráticos del mundo y dices ¿qué pasó? Hay un proceso, por lo tanto, de un camino autoritario muy fuerte, casi se podría decir como que el fascismo se ha impuesto globalmente o formas semejantes al fascismo, que aparecen muy parecidos entre sí como el populismo, el totalitarismo. Por qué Putin es tan parecido a Trump, por qué la dirigencia de Hungría es tan parecida a Le Pen, entonces algo está pasando en la estructura de las sociedades, algo grave con respecto a la democracia, como que la democracia liberal llegó a su tope y bajo el supuesto de la democracia directa aparecen formas populistas que se acercan rápidamente a las formas fascistas y totalitarias mientras la democracia liberal camina al colapso.

¿Y el calentamiento global, como impacta en todo esto?

La señora Nussbaum dice que ahí está la gran tarea de las universidades y por eso hay que defender el pluralismo, las humanidades, la discusión abierta, por el hecho de que el problema de la vida social deba ser importante para el ingeniero, para el arquitecto, el médico. No puede haber un científico que ignore la realidad terrible del planeta este rato, en lo que se refiere al calentamiento global. Ella era más optimista en este aspecto, pero el problema que no se consideraba grave hace diez años, ahora es terrible, y es algo que ni los medios de comunicación ni las universidades ni el sistema educativo está poniendo en el debate con fuerza. El tema aparece como algo marginal en las grandes cabeceras de prensa mundiales. Tenemos todos los días datos. Hace unos días la ONU puso una alerta sobre el nivel de anhidrido carbónico en el ambiente. Se llegó al acuerdo de París para no superar en dos grados el nivel de calentamiento del planeta con respecto a 1880. Pero estamos en el 2016 y hemos superado 0,8 grados ese límite. Con la dinámica que tenemos, si no ese toman medidas urgentes ya, antes del 2030, para para todo lo que son hidrocarburos, será imposible no superar los dos grados de temperatura adicional. Con dos grados más ya es una catástrofe, se producen desiertos o hay inundaciones, se impacta el mar, es inexorable. Pero el calentamiento no es sino un eufemismo para encubrir el grado del desastre que vivimos. Otro dato: un grupo de científicos aceptó la propuesta del antropoceno, la huella humana como una nueva capa geológica. Y pusieron una fecha: desde la Segunda Guerra Mundial para adelante, porque el grado de devastación desde entonces, que es el tiempo del gran desarrollo científico y tecnológico, es de tal magnitud que hay evidencias que los actos del hombre sobre el planeta rompieron el ciclo de evolución natural. Es decir, el ser humano ha tenido una impronta brutal, sabemos que este siglo se acaban los grandes mamíferos, los seres humanos se preparan para salir del planeta, pueden alargar la vida… ¿Cuál es el papel que debieran tener las universidades en este escenario? Porque este no es un problema de los Estados Unidos o de China, es de todos. ¿Cuál es la función en el Ecuador, en sus universidades, sobre estos temas? Estamos en otra cosa, en un nuevo y terrible momento. A ello se agrega el crecimiento brutal de la población. No hay recursos suficientes, las grandes ciudades son irrecuperables, se crean grandes masas prescindibles, un horizonte terrible para la vida humana y del planeta.

Cuando ya no tienes elementos reflexión muy claros, la vida se vuelve una especie de transcurso rutinario, que pasa ahora con los jóvenes

El esquema de imponer el autoritarismo en las universidades exige una sumisión total, pero es paradójico que su dirigencia -que se formó, se supone en la rebeldía, la crítica, la universidad para el pueblo, etc- haya sucumbido tan fácilmente.

La reacción, curiosamente, son mínimas en el mundo. En España ciertas movilizaciones, pero en otros lados nada. Los Estados siguen jodiendo la vida con la toma de exámenes, cuando esto ya está fuera de la realidad. Si se es riguroso, el examen, ese prototípico de preguntas y respuestas no mide nada, mide información, la cual está en el teléfono, toda la que quieran. No miden tampoco las reflexiones lógicas porque no lo permitirían los políticos. Ellos toman un caso particular y sacan una conclusión universal. Todos los días se violentan cuestiones elementales de lógica. Mucha gente talentosa no puede aprobar estos exámenes. El problema del conocimiento es otra cosa. Pero cuando ya no tienes elementos reflexión muy claros, la vida se vuelve una especie de transcurso rutinario, que pasa ahora con los jóvenes. Hay que sacar un título, hay que sortear la situación, sacas el título y vas al mundo del trabajo. Y me preocupa es que con el transcurso del tiempo se ha ido perdiendo el sentido de la dignidad indidual y te sometes con facilidad de las afrentas, no encuentro el sentido.

Mi teoría es que la democracia es una excepción en la historia del devenir humano,  el cual ha estado miles de años marcado por el caudillismo, el macho alfa, un mundo de afrentas y anulación a la dignidad individual del ser humano. Y que las instituciones de la democracia, desde la Revolución francesa para acá, son instituciones nuevas y frágiles. Y que se desmoronan, pues frente a pruebas como las que impone la supervivencia humana, la democracia liberal resultaría impráctica: necesitamos el liderazgo fuerte del jefe de la tribu para salvarnos.

Efectivamente, la democracia es un experimento marginal, un poquito de los griegos, machos y no esclavos. Luego de los blancos de Europa Occidental. Rusia nunca ha sido democrática, apenas unos días en 1917. China nunca lo ha sido, la India es un país con elecciones pero tiene una estructura de castas. Y en América Latina, estamos de una democracia ligada a las grandes ciudades. Es uno de los grandes retos, es como si tuviéramos entre manos que defender un espacio, en el caso de las universidades, para el pensamiento crítico, para las humanidades, como un lugar que parecía natural -la sede de la razón, que decía Hernán Malo- frente a un mundo que va para otro lado.

 

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